lunes, 13 de noviembre de 2017

El día que tuve un hijo morí un poco...

El día que tuve un hijo morí un poco...
... La mortalidad entró en mis venas como un terrible virus y el tiempo que me parecía elástico e inagotable, se volvió un parpadeo y finito...
... Se me fueron lo sentimientos de ser invencible y me entró un terrenal temor de querer controlarlo todo, el universo dejó de ser una inmensidad para caber la palma de una mano, en un llanto, un raspón, un grito en medio de la noche...
... Mis brazos desarrollaron dolor de un día para otro porque no bastaban, no bastan, para sostener sobre mis hombros el mundo y el capelo para proteger de todo mal, mi único bien...
... El día que tuve un hijo mis debilidades se hicieron presentes, mis temores, mis tormentos, me he descubierto pensando en que no quiero que repita mis errores, mis pasos, mis desaciertos y ando buscando en el mundo los atajos, los accesos...
... Me brotó el egoísmo donde no quiero compartirlo, ni soltarlo por completo, me trasmutó el corazón y si a él tiene alguna herida es a mí a quien le duele por completo...
... Perdí un poco de equilibrio ´pues a veces me dejo pendiente, yo que nunca ponía nada ni a nadie antes de mí, perdí un poco de visión a largo plazo pues disfruto pequeñeces y esa hambre del mundo se ha quedado por ahí...
...Me sentía pájaro libre y estoy tan irreconocible tan gusto en mi nido sin ganas de salir, que me encontrado relegando los pendientes, los eventos, los compromisos que antes eran inamovibles, todo lo que se suponía imprescindible solo para verle reír...
... Se me murió el alma entera, me ha explotado en pedacillos sin saber que eso podía suceder así, me he vuelto dos a veces tres, unas veces y otras diez para cuidarle, me he multiplicado sin querer y dividido sin razón para velarle los sueños y las siestas, los berrinches y los miedos y me siento mas completa sin querer reconocerlo...
...Me he vuelto un universo llenecito de planetas que giran en torno a un sol de rizos inquietos y ruego no estrellarme más que para iluminarle ni que habiten en mí traicioneros agujeros negros...
... Yo morí un poco con un hijo y renací sin saberlo, con los ojos muy abiertos y un libro en las manos que llevaba mi nombre, donde tengo que escribir mis conjuros, mis hechizos, mis costumbres y principios para formar un buen hombre...
... Y quisiera arrancarle las páginas de sufrimiento, los pasajes de fracasos y dolores, pero no puedo, pues son elementos necesarios para la trama de su destino y aunque me vibra en el cuerpo, el placer agridulce de un mundo que pareciera ser cruel y violento, en las manos sostengo un alma sin nada de ello que puedo aportar aquí...
... Es mi acto de valentía, quizá con mucha rebeldía atreverme a traerle sabiendo que las cosas cada vez serán más duras y las pruebas más injustas que aun quedan por vivir...
...El día que tuve un hijo se murió en mí ese sentimiento de grandeza, un momento de humildad me lleno de gratitud por su primer hazaña de vivir con tanta furia exigir su espacio en el mundo y cedí mi potencial a su servicio y felicidad nos hicimos uno...
...Me descubrí universo, le descubrí astro sol y nos contenemos.

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