Nunca te había visto tan hermosa...
... No lo había notado, que la luz del sol acaricia tu rostro de forma
diferente en la cocina, no me había fijado del tiempo que lleva estar de
pie, mezclando, cortando, batiendo, picando, sellando, curando... No lo
había notado mamá como el fuego te obedece para no hervir muy pronto,
como te brotan manos para mover el caldo, lavar los rabanos, cortar el
aguacate, desempolvar los platos...
... Perdóname por no fijarme en el centro de mesa de chiles cortados
finamente y mezclados sus tres colores amarillo, naranja y verde, por
no advertir el ritmo que se necesita para moverse entre ollas humeantes y
la fuerza para alzar ollones llenos burbujeantes... La destreza y
precisión para voltear tortillas con la mano y tu resistencia al
dolor... Nunca te había visto tan hermosa como cuando distribuyen en un
orden heredado las porciones en el plato y la mesa queda llena y todos
vienen y tu sigues de pie llenando vasos... Sirviendo guarniciones
repartiendo hielos...
... Nunca me había fijado que comes hasta que
todos comemos, que empiezas una danza de limpiezas y guardados que todo
queda limpio y reluciente y aún no te sientas aún no cesas... Nunca te
había visto tan hermosa como cuando sonríes feliz de un trabajo bien
hecho sin más paga que los platos limpios...
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