martes, 17 de enero de 2017

Caridad...

Hoy empiezo el primer capítulo de tu historia y voy a llamarte sin desprecio Caridad, aunque lleves la piedad sólo en el nombre, ocultaré en mis lineas tus deslices y aficiones, pero recordaré todo tu pasado sin matizar.


Caridad, tu jugabas con los ojos, mientras la maestra de español no miraba tú retabas a los chicos con intrépidos cruces y descruces de piernas, ¿Quién tan pequeña te había enseñado ya a pecar?, besaste una goma rosada, de esas que tenían un osito dibujado al centro, de esas que hoy ya no venden por contener plomo y que a pesar de tus besos jamás te mato, a mí tampoco, la robé, las escondí en mi mano durante el homenaje, la escondí en mi mano en el recreo, durante el viaje a casa, mientras subía a mi cuarto tu goma me quemaba y tuve tanto miedo de quedarme marcado con un oso señalándome para siempre en el centro de mi mano. Quería devolvértela como una ofrenda, como un regalo, pero todos te llevaron borradores de figuras de esos que huelen, de esos que vale 4 pesos el paquete y ya no quise, tu magnánima rechazaste todos y con una sonrisa elevaste el borrador de ositos y conejos que te dio tu primo. Todos se hicieron menos, menos yo, yo al menos te había jodido.


      Te corté una coleta por mala, la otra por odio, y te puse chicle por zorra, rompí tu cuaderno polito cuando dijiste que te habían dado un beso, aunque te dijeron mentirosa, supe que hablabas en serio, perdí tus colores, rayé tu libreta, fuí de la oreja a tu casa a pedirte disculpas, mutilé tus juguetes, dividí a nuestros padres, nos sacaron del colegio, nos mudamos, pero te volví a encontrar. Tenías 15 años y eras retraída, la coqueta que amaba desapareció, te mordías las uñas, te cubrías el rostro, temblabas toda tu como una hoja, me odié pensando que había sido yo.



No hay comentarios: