Pal climita ... Más predios de miedo
El yucateco es muy supersticioso y dado a creer en todo tipo de supercherías y en historias de aparecidos y es por ello que en este espacio hacemos un recuento de las casas de Mérida en donde ocurrieron en el pasado hechos espantosos y que debido a ello sus moradores dejaron de residir en esos predios y prefirieron abandonarlos o ponerlos a la venta, aunque esto último, sin mucho éxito.
Pero precisamente debido a los acontecimientos espeluznantes que sucedieron en esos sitios, nadie se anima a adquirirlos por temor a alguna aparición de la gente que ahí fue asesinada hace algunos años.
Y es que cuando se conocen los hechos trágicos registrados en esas "casas del terror" no es para menos que al potencial comprador se le pongan los "pelos de punta", ya que es nada agradable saber que en ese lugar mataron a alguien de forma terrible.
La Jardinera
Así es como esos predios están a la venta desde hace varios años y nadie se atreve a comprarlos. Una de las casas que desde hace más de 35 años está a la venta y nadie la adquiere es la de la esquina conocida como "La Jardinera", calle 65 por 72, cerca de la fábrica de Sidra Pino, donde el 23 de febrero de 1976 un carpintero de nombre José Candelario Mis Paredes asesinó a martillazos y con un formón a tres miembros de la familia Poveda Ricalde, todo debido a una deuda que el ebanista había adquirido con la señora Eneida Ricalde de Poveda, quien era agiotista.
El carpintero masacró también esa mañana al esposo de la prestamista, el doctor Arcadio Poveda Cárdenas, así como a la hija de ambos, Eneida Poveda Ricalde. La sirvienta salvó la vida debido a que en el momento del salvaje ataque del criminal, ella había ido a una tienda cercana a hacer un mandado.
El predio de "La Jardinera" fue puesto a la venta meses después del triple asesinato, pero nadie se ha atrevido a comprarlo. Incluso se ha alquilado en dos o tres ocasiones, pero al poco tiempo los inquilinos se salen. Los que la han ocupado son pequeñas empresas, cuyos empleados, tal vez influenciados por lo que ahí ocurrió, han dicho que escuchan y ven cosas extrañas en esa casa, por lo que prefieren renunciar.
Una secretaria de un negocio de tubería de PVC que ocupó el predio de "La Jardinera" por unos meses y que pidió no publicar su nombre, comentó que en una ocasión ella vivió una situación terrorífica cuando trabajó ahí hace unos 18 años.
Se encontraba sola y ya iba a cerrar el establecimiento, alrededor de las 7 de la noche, precisamente en un mes de febrero (época en la que ocurrió el múltiple homicidio), cuando escuchó unos lamentos en la terraza de atrás, precisamente en donde asesinaron a la hija del matrimonio. Despavorida, la empleada cerró la tienda y se fue corriendo. Ella dice que no se dejó llevar por las creencias, ya que no estaba enterada de lo que había pasado ahí años atrás, pero cuando le contó el incidente a sus papás, éstos le relataron sobre ese terrible episodio que había ocurrido ahí, y la sangre se le heló. Al día siguiente la joven presentó su renuncia. Actualmente este predio está a la venta, pero no ha surgido un valiente que lo quiera comprar.
Lo mismo ocurre en una modesta casita de la calle 129 por 44 y 46 del fraccionamiento Serapio Rendón, donde hace casi dos décadas Audomaro Espadas Sánchez, un policía de la entonces SPV, asesinó a balazos a su esposa y a sus dos pequeños hijos (niño y niña), para luego quitarse la vida de un tiro en sien. Esta casa está a la venta, a un precio muy accesible, pero nadie la compra cuando se enteran de la horrenda historia que tiñó de sangre las paredes de ese predio.
Asimismo, desde hace un tiempo un gran letrero en la fachada de un predio No. 458-B de la calle 70 por 55 y 57, donde estaba el despacho jurídico del abogado Armando Palomeque Río, indica que el inmueble está a la venta, pero han pasado varios años y nadie lo compra. En ese bufete ocurrió un triple asesinato. El 24 de mayo de 1993 aparecieron amordazados y muertos a balazos el licenciado Palomeque, su asistente Leydi Montalvo Rivero y la secretaria Judith Benítez Pech.
En un principio se detuvo al esposo de la asistente, Iván Espínola Gil, a quien se le acusó del brutal crimen debido a los celos, ya que se rumoró que el abogado y aquélla mantenían un romance, pues incluso se halló ropa interior de la mujer en uno de los cajones del escritorio del litigante. Pero meses después, ante la falta de evidencias, el acusado fue dejado en libertad y el triple homicidio jamás se resolvió. Se conjeturó que pudo ser una venganza, ya que PalomequeRío era agiotista y había despojado de propiedades a muchos de sus clientes que no le habían podido saldar sus deudas.
Los vecinos entrevistados señalaron que nunca han vivido alguna experiencia paranormal cerca de ese predio, aunque hubo uno que aseguró que vio reflejadas en los vidrios florentinos de la puerta las sombras de unas personas a pesar de que el local está deshabitado.
La casa de las Zurita
Otra casa que está a la venta hace años es la de la esquina de la calle 68 por 55-A y 57, del barrio de Santiago, donde el domingo 22 de agosto de 1999 fueron masacradas dos mujeres por los integrantes de una familia de asesinos.
Las víctimas fueron la señora Elda María del Socorro Zurita Azcorra, que se dedicaba al agio, y su hija, la bailarina de ballet Cynthia Sue Ricalde Zurita, mientras que el novio de ésta, Alejandro Carlo Valera Baeza, quedó muy mal herido, pero posteriormente él serviría para describir a los culpables, siendo también clave para resolver el horrible doble crimen un teléfono celular que se le cayó a uno de los homicidas al momento de matar a martillazos a la joven Cynthia en el baño.
Este sangriento hecho es uno de los más terribles que se hayan cometido en la entidad, ya que incluso a la anciana la torturaron varias horas para que revelera dónde tenía dinero y alhajas. Los asesinos fueron el anestesiólogo Moisés Méndez Mejenes, sus hijos Manuel y Fernando Méndez Angulo y el nieto Fernando Méndez Ancona, así como otros dos cómplices, oriundos unos de Tabasco y otros de Chiapas y Ciudad del Carmen.
Casa del ahorcado
También en la Fidel Velázquez existe un predio en esas condiciones. La casita se encuentra en la calle 32 por 51 y 53, en una privada. Está a la venta pero nadie la compra.
Ahí se ahorcó hace unos cuatro años un sujeto que vivía solo y que tenía conflictos con casi todos sus vecinos, ya que era un bebedor consuetudinario y sus escándalos eran constantes. Incluso, para molestar a la gente de su vecindario, en altas horas de la noche se ponía a hacer ruido, como poner clavos en las paredes a martillazos, no dejando dormir a las personas del rumbo.
Un joven matrimonio alquiló la casa recientemente, pero no aguantó ni tres meses viviendo ahí. La señora comentó que por las noches escuchaba martillazos en las paredes, como si alguien estuviera colocando clavos.
El yucateco es muy supersticioso y dado a creer en todo tipo de supercherías y en historias de aparecidos y es por ello que en este espacio hacemos un recuento de las casas de Mérida en donde ocurrieron en el pasado hechos espantosos y que debido a ello sus moradores dejaron de residir en esos predios y prefirieron abandonarlos o ponerlos a la venta, aunque esto último, sin mucho éxito.
Pero precisamente debido a los acontecimientos espeluznantes que sucedieron en esos sitios, nadie se anima a adquirirlos por temor a alguna aparición de la gente que ahí fue asesinada hace algunos años.
Y es que cuando se conocen los hechos trágicos registrados en esas "casas del terror" no es para menos que al potencial comprador se le pongan los "pelos de punta", ya que es nada agradable saber que en ese lugar mataron a alguien de forma terrible.
La Jardinera
Así es como esos predios están a la venta desde hace varios años y nadie se atreve a comprarlos. Una de las casas que desde hace más de 35 años está a la venta y nadie la adquiere es la de la esquina conocida como "La Jardinera", calle 65 por 72, cerca de la fábrica de Sidra Pino, donde el 23 de febrero de 1976 un carpintero de nombre José Candelario Mis Paredes asesinó a martillazos y con un formón a tres miembros de la familia Poveda Ricalde, todo debido a una deuda que el ebanista había adquirido con la señora Eneida Ricalde de Poveda, quien era agiotista.
El carpintero masacró también esa mañana al esposo de la prestamista, el doctor Arcadio Poveda Cárdenas, así como a la hija de ambos, Eneida Poveda Ricalde. La sirvienta salvó la vida debido a que en el momento del salvaje ataque del criminal, ella había ido a una tienda cercana a hacer un mandado.
El predio de "La Jardinera" fue puesto a la venta meses después del triple asesinato, pero nadie se ha atrevido a comprarlo. Incluso se ha alquilado en dos o tres ocasiones, pero al poco tiempo los inquilinos se salen. Los que la han ocupado son pequeñas empresas, cuyos empleados, tal vez influenciados por lo que ahí ocurrió, han dicho que escuchan y ven cosas extrañas en esa casa, por lo que prefieren renunciar.
Una secretaria de un negocio de tubería de PVC que ocupó el predio de "La Jardinera" por unos meses y que pidió no publicar su nombre, comentó que en una ocasión ella vivió una situación terrorífica cuando trabajó ahí hace unos 18 años.
Se encontraba sola y ya iba a cerrar el establecimiento, alrededor de las 7 de la noche, precisamente en un mes de febrero (época en la que ocurrió el múltiple homicidio), cuando escuchó unos lamentos en la terraza de atrás, precisamente en donde asesinaron a la hija del matrimonio. Despavorida, la empleada cerró la tienda y se fue corriendo. Ella dice que no se dejó llevar por las creencias, ya que no estaba enterada de lo que había pasado ahí años atrás, pero cuando le contó el incidente a sus papás, éstos le relataron sobre ese terrible episodio que había ocurrido ahí, y la sangre se le heló. Al día siguiente la joven presentó su renuncia. Actualmente este predio está a la venta, pero no ha surgido un valiente que lo quiera comprar.
Lo mismo ocurre en una modesta casita de la calle 129 por 44 y 46 del fraccionamiento Serapio Rendón, donde hace casi dos décadas Audomaro Espadas Sánchez, un policía de la entonces SPV, asesinó a balazos a su esposa y a sus dos pequeños hijos (niño y niña), para luego quitarse la vida de un tiro en sien. Esta casa está a la venta, a un precio muy accesible, pero nadie la compra cuando se enteran de la horrenda historia que tiñó de sangre las paredes de ese predio.
Asimismo, desde hace un tiempo un gran letrero en la fachada de un predio No. 458-B de la calle 70 por 55 y 57, donde estaba el despacho jurídico del abogado Armando Palomeque Río, indica que el inmueble está a la venta, pero han pasado varios años y nadie lo compra. En ese bufete ocurrió un triple asesinato. El 24 de mayo de 1993 aparecieron amordazados y muertos a balazos el licenciado Palomeque, su asistente Leydi Montalvo Rivero y la secretaria Judith Benítez Pech.
En un principio se detuvo al esposo de la asistente, Iván Espínola Gil, a quien se le acusó del brutal crimen debido a los celos, ya que se rumoró que el abogado y aquélla mantenían un romance, pues incluso se halló ropa interior de la mujer en uno de los cajones del escritorio del litigante. Pero meses después, ante la falta de evidencias, el acusado fue dejado en libertad y el triple homicidio jamás se resolvió. Se conjeturó que pudo ser una venganza, ya que PalomequeRío era agiotista y había despojado de propiedades a muchos de sus clientes que no le habían podido saldar sus deudas.
Los vecinos entrevistados señalaron que nunca han vivido alguna experiencia paranormal cerca de ese predio, aunque hubo uno que aseguró que vio reflejadas en los vidrios florentinos de la puerta las sombras de unas personas a pesar de que el local está deshabitado.
La casa de las Zurita
Otra casa que está a la venta hace años es la de la esquina de la calle 68 por 55-A y 57, del barrio de Santiago, donde el domingo 22 de agosto de 1999 fueron masacradas dos mujeres por los integrantes de una familia de asesinos.
Las víctimas fueron la señora Elda María del Socorro Zurita Azcorra, que se dedicaba al agio, y su hija, la bailarina de ballet Cynthia Sue Ricalde Zurita, mientras que el novio de ésta, Alejandro Carlo Valera Baeza, quedó muy mal herido, pero posteriormente él serviría para describir a los culpables, siendo también clave para resolver el horrible doble crimen un teléfono celular que se le cayó a uno de los homicidas al momento de matar a martillazos a la joven Cynthia en el baño.
Este sangriento hecho es uno de los más terribles que se hayan cometido en la entidad, ya que incluso a la anciana la torturaron varias horas para que revelera dónde tenía dinero y alhajas. Los asesinos fueron el anestesiólogo Moisés Méndez Mejenes, sus hijos Manuel y Fernando Méndez Angulo y el nieto Fernando Méndez Ancona, así como otros dos cómplices, oriundos unos de Tabasco y otros de Chiapas y Ciudad del Carmen.
Casa del ahorcado
También en la Fidel Velázquez existe un predio en esas condiciones. La casita se encuentra en la calle 32 por 51 y 53, en una privada. Está a la venta pero nadie la compra.
Ahí se ahorcó hace unos cuatro años un sujeto que vivía solo y que tenía conflictos con casi todos sus vecinos, ya que era un bebedor consuetudinario y sus escándalos eran constantes. Incluso, para molestar a la gente de su vecindario, en altas horas de la noche se ponía a hacer ruido, como poner clavos en las paredes a martillazos, no dejando dormir a las personas del rumbo.
Un joven matrimonio alquiló la casa recientemente, pero no aguantó ni tres meses viviendo ahí. La señora comentó que por las noches escuchaba martillazos en las paredes, como si alguien estuviera colocando clavos.
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