viernes, 24 de octubre de 2014

Muchas personas refieren en el consultorio que sienten un “vacío”, intentando explicar con ello una sensación de falta de algo, una necesidad emocional no satisfecha que se experimenta como una oquedad interior que debe ser cubierta. Ello provoca un sentimiento de insatisfacción que se intenta “llenar” de diversas maneras: con comida, drogas, sexo, compras, etc.; lo que generalmente brinda una gratificación pasajera que ayuda a manejar esta sensación. Sin embargo, luego este aliciente desaparece rápidamente, acompañado, en la mayoría de ocasiones, de remordimiento y culpa por la conducta realizada. Esto puede repetirse de manera compulsiva reduciendo el malestar a corto plazo pero sin cambiar el fondo del problema. Si bien todos podemos experimentar en algunos momentos esta sensación de vacío relacionada a alguna pérdida real o simbólica, cuando este sentimiento es constante, podríamos estar frente a una depresión o una patología del vacío. Diversos especialistas señalan que el incremento de personas que sufren estas patologías estaría relacionado a la tendencia al consumismo. Tenemos cada vez más cosas materiales pero nos sentimos cada vez más carentes emocionalmente, ya que el acumular cosas o experiencias no llena nuestro mundo interno, ni logra satisfacernos como personas. Es importante recordar que no se trata de tener, se trata de ser.

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