viernes, 3 de abril de 2009

Intersecciones...


Es curioso como pueden darse las cosas, Amelia jamás pensó mientras rompía cada hueso de Lina León, que un incidente de ira reprimida, frustración e impotencia se desencadenaría en un descubrimiento ya temible, en sus adentros, donde la religión no reprime y la moral no juzga, donde los valores no alcanzan sentido del todo, ahí, estaba ella...Fue cuando se limpiaba la cara con el dorso de la mano que se sintió extrañamente motivada, lo confirmó al abrir los diarios de la mañana siguiente cuando nada, absolutamente nada empañaba las notas de la jornada electoral, ni en radio, ni en red, nada de un horrible asesinato cometido por una secretaria frustrada y explotada por una mujer que no podía sacarle punta a su propio lápiz, nada...
En el espejo ya no veía aquella chiquilla amable que sufría con la gastritis a escondidas, esa que se tragaba cada regaño con una sonrisa estúpida para no perder el trabajo, se sentó en su maquinita de escribir, ella no tenía derecho a una computadora, redactó con letras pausadas pero firmes su renuncia, a nadie le extraño que el mismo día la titular de la secretaría de acuerdos no se presentara a trabajar, después de todo, en sus 35 años de servicio, cuando había sido constante en su asistencia o puntualidad?...

Tomó su San Judas Tadeo, nada más le pertenecía y se subió al camión que más vueltas daba para llegar a ninguna parte, sólo recordaba su propia mano alzando, bajando, golpeando una y otra vez, no había sido algo exagerado se dijo a si misma, un minuto estaban de pie paradas frente a frente, y al siguiente nada más quedaba Amelia serena como jamás había estado. Había llegado sin comer corriendo de bus en bus , cuando tocó a la puerta no pudo evitar ver la hora en su muñeca, diez minutos tarde... La puerta se abrió al contacto de sus dedos, "Pasa Amelia, como ví que no llegabas empecé a adelantar el proyecto", caminó tomó asiento y esperó instrucciones, "Sabes Amelia, yo siento que como que no estas concentrada en lo que haces, siento que esto no es lo tuyo, a ver díctame esto...", pasaron tres horas, "Oye lindita, digo Amelia, esa silla en que estas sentada se tambalea, es que no aguanta mucho peso, dale un par de golpes con el martillo quieres" El martillo no pesaba, o quizás tenía la mano tan tensa que no podías sentir los golpes, la silla se rajó...

"¿Acaso es la primera vez que te pido que seas cuidadosa con algo, ni porque es hoy tu último día puedes hacer algo bien?"...."Mi último día? Pero por qué licenciada?"... "¿Te parece si primero trabajamos y luego conversamos ? Esto no va a terminarse sólo"...Fue en un minuto que Lina León recordó con arrepentimiento haberle dicho al Juez que no soportaba a Amelia, que le parecía demasiado alegre, que se vaya, que se vaya de una buena vez...¿Qué tienes en contra de Amelia Lina? yo sólo he oído cosas buenas de ella, siempre ayuda a todo mundo, es simplemente una muchacha, no hay alguna manera de llegar a un arreglo?...No, no la hay, y no respondo por lo que pase si usted le permite quedarse...
El primer golpe le dolió tanto que hubiese querido gritar, el siguiente en la mandíbula le impidió hacerlo, el ojo hinchado en sangre se despidió de la foto de su hija en la pared, y se entregó a sentir cada golpe... De repente pararon...la cabeza le pesaba un mundo entero, pero aún creía estar viva, oyó una coversación , ¿Aún oía?...


....Mamá...Mamá...¿Hola?...¡Holaaaa!...¿Trabajas con mi mamá verdad?, ¿Te pasó algo, estas sangrando?... Amelia...Mamá puede ser dificíl, se agarró contigo desde el primer día, no hubieras corrido tanto, ella ni esta aquí, nunca se encuentra...Se te ve mejor la pierna no muestra hinchazón, fijate más cuando camines de prisa...¿Te puedo decir algo?, no encuentro tu herida, ya limpié la sangre y no la ubico...


¿Qué te dolió más Lina, el martillazo o ver como caía Ariadna al piso partiéndose en polvo de estrellas?... No estabas muerta, quisieras estarlo pero no es así, ese maldito sonido, cada hueso roto y doblado, ese crujir mientras comprimían un ser humano a una caja de archivo muerto, siempre admiraste lo detallista que era, la meticulosidad que te enervaba de tener limpio cada detalle ahora le servía más de lo que hubieras querido... Caminaba por tu casa, tocando tus cosas, borrando tus archivos, incendiando tus papeles, maldita mil veces, ni con la hija muerta y el cuerpo roto quieres aceptar que la creaste, te aferras a la tonta idea de que siempre fue así, más tus perros, le brincan, andan falderos tras ella, pone agua, comida...¿Pero acaso no es una mala persona?, entra Migda casi ciega, pasa al cuarto de servicio, no te oye, nunca te oye, quisieras matarla...Nadie te visita, no te llaman, empiezas a entender que estas sola, nadie te piensa, Ariadna esta rota en una caja a tu lado y ya no te necesita más, los perros comen asi que ni vienen a verte, Migda ve la novela de las 10 pegada al televisor y no escucha tu auto encendido, la caja es levantada pero no por ella...¿Es su padre?...Le gritas pidiéndole ayuda, ya no tienes voz, sólo balbuceas, te sacan a la calle...¿Y los vecinos?...Los ahuyentaste te quejabas de sus risas, te molestaban los gatos, el violiolinista, el trompetista, la familia jóven, ¿No fue la Licenciada Lina quién orgullosa presumía a ver sacado a cuanto vecino nacional o extranjero se atrevía a mudarse cerca de ella?...No hubo vecinos, nadie miró por la ventana cuando gritabas ¡Malditos, proletarios, ignorantes, no saben quien soy yo!... ¿Su madre manejaba?...¡Familia de ladrones!...Te pusiste a pensar por cuantos delitos los ibas a acusar, si pasaría toda su vida en la cárcel, todos ellos, para siempre...
El agua poco a poco, su sonido se hacía mas fuerte a cada minuto, no veías más que rojo y oscuridad, ya no respirabas, el chapoteo, la húmedad, la asfixia... Mañana estarían en la cárcel, tu muerte no quedaría impune.


Amelia, preparaba platanos flameados mientras en la radio, denunciaban la desaparición de Ariadna León, -Reyes León- susurró para si misma, ese vicio de no poner nunca el apellido del padre, ese triste vicio de aislarse, no dijeron nada más, a ella nadie la buscaba, nadie... el fuego se encendía , el azúcar se caramelizaba, Monseñor estaba cavilando, se volteó hacia al padre de Amelia y le dijo "¿No tu hija trabajaba para la mamá de esa muchacha perdida?" Amelia sirvió el postre con una gran sonrisa mientras ponía una enorme bola de helado de vainilla sobre el caramelo del religioso quien devolviendo la sonrisa franca dejó escapar una idea "Hija, alguien te hizo un favor con esa desaparición, si tú te nos perdieras no sé que pasaría con nosotros"...


...A veces te sientas a mirar él mar, la oyes gritando como siempre, sientes que todos saben lo que haz hecho, pero a nadie le interesa, no hay delito, nadie quiere nada, su casa se desmorona y su puesto lo han ocupado ya, sus fotos van desapareciendo, tu padre sostiene tu espalda mientras lloras... Amelia, es lo mejor que pudiste haber hecho.






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