El cansancio se prendió de mis ojeras como si tuviera garras, ¿Quién era el extraño que sostenía el fósforo esa noche?...Todo en llamas de repente...Todos corren y en firmamento como una naranja sonriente la indulgencia del fuego.
En llamas la ciudad y yo recuerdo, en aquella banca solitaria del jardín de esa que una vez fue tu casa...Yo recuerdo tus besos lentos y pausados, me tropiezo con las cenizas que caen cual nevada en mi triste abrigo azul, el que tanto te gustaba, el que tus cartas tuvo dentro del bolsillo secreto que ocultó tus cigarrillos. Las llamas aplauden a mis espalda y se reflejan en las ironías de mis lágrimas. ¿Acaso he prendido fuego a las paredes de tu recuerdo?...No recuerdo, te juro no recuerdo que recuerdo y de pronto aparecen las cerillas entre mis dedos causando destrucción y caos en todo aquello que una vez fue nuestro pasado.
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